Hacia nuevos
estándares de redacción para la prensa digital
Publicado en Novática (Revista de la Asociación de Técnicos de
Informática), vol. 142, noviembre-diciembre de 1999, pp. 12-15.
Prof. Ramón Salaverría
Director del Laboratorio de
Comunicación Multimedia
Resumen
La prensa digital en Internet, a medida que se
multiplicaba durante los últimos años, ha experimentado un primer asentamiento
de estándares técnicos y profesionales. Las innovaciones documentales y
comerciales han protagonizado los avances durante este tiempo, pero no han ido
acompañadas de una evolución paralela en los modos de redactar la información.
Las técnicas redaccionales clásicas de la prensa de papel, tales como el empleo
en la escritura de noticias del formato textual conocido como pirámide
invertida, se han trasladado a la publicación en Internet y apenas se han
incoado formas nuevas de informar que aprovechen a fondo las potencialidades
hipertextuales del nuevo medio. En este artículo se propone el empleo de los
tipos básicos de escrito —narración, descripción, exposición y argumentación—
como nuevo criterio para organizar y redactar las informaciones periodísticas
en Internet.
1. Nuevos medios, viejos
problemas
Desde que a principios de los años
1990 algunos periódicos se animaron a lanzar las primeras ediciones digitales
en el World Wide Web, los estándares profesionales de la prensa en Internet han
experimentado un rápido proceso de expansión y asentamiento. Al tiempo que el
número de diarios digitales se multiplicaba con rapidez en los países
avanzados, se ha extendido un primer consenso internacional sobre algunas de
las características formales y de contenido que debe observar todo periódico
digital de cierta calidad.
La sencillez de Internet para
examinar las ofertas informativas de los principales periódicos del mundo unida
a la tendencia de la prensa a imitar los modelos de prestigio ha favorecido que
diarios como The New York Times, The Wall Street Journal o Chicago Tribune,
entre otros, hayan marcado las líneas por las que se ha regido la mayoría de
los periódicos al diseñar sus respectivas ediciones digitales. Así, de la
inicial desorientación de mediados de este decenio, que dio lugar a publicaciones
poco atractivas y difíciles de navegar, muchos de los periódicos digitales han
convergido en formatos y contenidos cada vez más homogéneos.
A las puertas del nuevo siglo, los
estándares periodísticos de los diarios digitales siguen, sin embargo, bastante
lejos de haber alcanzado un consenso y asentamiento definitivos: la prensa en
Internet continúa en fase experimental. La creciente competencia entre los
periódicos digitales los empuja a introducir paulatinamente nuevas
posibilidades de personalización, documentación y, sobre todo, de
interactividad y actualización de los contenidos informativos. Así, en los
periódicos digitales no es raro toparse casi a diario con nuevas ofertas de
servicios y secciones; de igual modo, los diseños de páginas e incluso de
cabeceras de diarios apenas si perduran unos meses hasta que se modifican de
nuevo. La ductilidad del medio digital, mucho mayor que la del diario de papel,
fomenta esta constante renovación formal.
Pero si bien esta facilidad para la
mudanza en los diarios digitales es máxima en teoría, lo cierto es que la
innovación no está alcanzando con igual ritmo a las diversas áreas del nuevo
medio. Se innova, sobre todo, en los aspectos tecnológicos relacionados con la
gestión documental de las publicaciones (se crean índices y buscadores internos
del medio, se franquea el acceso de los lectores al archivo reciente, se
ofertan bases de datos temáticas, etc.) y se innova también en los aspectos
comerciales y de interactividad con los usuarios (aparece todo tipo de
consultorios y foros, se agiliza la sección de cartas al director, se
multiplican las modalidades publicitarias, se incorpora el comercio
electrónico, etc.). Frente a este notable avance en los aspectos más
instrumentales, las técnicas profesionales que se relacionan con la esencia del
trabajo periodístico, aquellas que afectan al contenido informativo y a la
manera en la que éste se comunica, apenas si han dado pasos adelante. Las
formas de presentar las noticias y, en particular, los criterios de estructuración
redaccional y puesta en página de los textos informativos muestran un peligroso
estancamiento. Una vez más en la historia del periodismo los avances técnicos
no se ven acompañados por una evolución paralela en las rutinas profesionales.
Las razones para este inmovilismo
deben buscarse en condicionamientos empresariales y académicos. Por una parte,
la apuesta de las empresas editoras de periódicos por la prensa digital sigue
siendo de ordinario muy tímida. Las incógnitas económicas que aún suscita este
nuevo medio disuaden la inversión y muchos periódicos se contentan por el
momento con estar presentes en la Red; otros, ni siquiera eso. Por otra parte,
la investigación universitaria sobre este fenómeno tan reciente apenas si ha
empezado a producir sus primeros frutos y, en concreto, no se han propuesto
todavía nuevas pautas para elaborar información periodística que aproveche a
fondo las potencialidades de Internet. Así las cosas, siguen sin existir
diferencias entre las noticias que se publican en los diarios tradicionales de
papel y los textos que se ofrecen a los internautas a través de los periódicos
digitales. En España, la mayoría de los periódicos publica todavía meros
volcados o reproducciones literales de lo que han elaborado para sus respectivas
ediciones impresas. Y esto arroja una alarmante conclusión: la de que, hoy por
hoy, el diario de papel y el periódico digital no son en absoluto
complementarios entre sí, sino directos competidores.
El problema podría formularse de la
siguiente manera: los periodistas han empezado a escribir en Internet pero
siguen sin saber escribir para Internet. Y esto significa que olvidan un matiz
fundamental: que el lector del diario tradicional no demanda las mismas cosas
ni de la misma manera que el usuario de Internet.
2. La redacción periodística
clásica ante la prensa digital
Un aspecto de esta falta de
adaptación al nuevo medio afecta a la redacción periodística. Los textos
periodísticos —noticias, entrevistas, columnas, reportajes, editoriales, etc.—,
concebidos para su publicación en el diario tradicional de papel, chocan con
ciertas peculiaridades formales y estructurales de la nueva prensa
digital.
Hay problemas de diverso tipo. Para
empezar, de extensión: los artículos pensados para la edición en papel cuando
se trasladan sin más al ordenador resultan por lo general demasiado extensos y
obligan al lector a la engorrosa tarea de avanzar en el texto a lo largo de
varias pantallas; además, no le permiten conocer de un vistazo la extensión
total del texto, por lo que obligan a una lectura desorientada, sin ofrecer una
idea aproximada de la cantidad de información que se proporciona. Esto implica
que el lector, sin advertirlo, puede dejar de leer detalles sustanciales del
texto informativo porque supone que ya se le ha ofrecido la información
relevante en los primeros párrafos y apenas le resta texto por leer.
También resultan comunes los
problemas referidos a la datación de los textos. En los periódicos de papel
existe una tendencia a suprimir la referencia temporal en el cuerpo del texto
de las noticias pues los redactores presuponen que, aun si no se aporta ese
dato, el lector inferirá que el acontecimiento del que se le informa ocurrió la
víspera. Sin embargo, cuando esos textos pasan a publicarse en la edición
digital esta práctica acarrea confusión. Y es que el concepto del
"hoy" se difumina en un entorno como Internet que puede ser
consultado simultáneamente desde los veinticuatro husos horarios del mundo, y a
cuyos contenidos, gracias a los archivos en línea, puede accederse varios días,
meses o años después de la publicación original. La necesidad de una exacta
referencia temporal dentro del texto se hace, de hecho, mucho más obligada en
la medida en que los diarios digitales tienden hacia la actualización constante
de las informaciones; las referencias temporales generales —"hoy",
"ayer", "esta mañana"— se tornan insuficientes cuando las
noticias se actualizan con ritmos de horas o, incluso, de minutos.
Otro problema tiene que ver con el uso
de titulares creativos y poco denotativos, tales como citas textuales
entrecomilladas sin identificación de la fuente, títulos alegóricos o titulares
informativamente incompletos. Este tipo de títulos abunda en los diarios de
papel pero su interpretación en éstos apenas presenta problemas para el lector,
pues cuenta con informaciones añadidas como subtítulos, cabeceras, fotografías
o iconos que le permiten interpretar el sentido real de cada titular e
identificar la fuente de la que proviene. Sin embargo, los editores de algunos
periódicos digitales parecen no haber caído en la cuenta de que la ausencia de
estos apoyos informativos presentes en los diarios de papel imposibilita la
decodificación de algunos titulares por parte de los usuarios de Internet.
Baste el siguiente par de ejemplos
para comprobarlo. En el índice de la sección de Deportes del 17 de mayo de
1999, la edición digital de El Diario Vasco anunciaba dos noticias sin más
información que los siguientes titulares: "Hemos podido sentenciar" y
"Podemos respirar tranquilos". ¿A quiénes correspondían esas frases?
¿Qué las había originado? Más aún, ¿a qué deporte se referían? Imposible
averiguarlo. Sólo si uno accedía al cuerpo de la noticia de esos titulares
descubría que en el primer caso la frase correspondía a Bernd Krauss,
entrenador de la Real Sociedad, que se lamentaba tras empatar con el Celta, y
la segunda, a una expresión de alivio de un jugador de baloncesto del Askatuak
de San Sebastián tras eludir definitivamente el descenso.
Ya hemos enumerado varios problemas
de inadaptación de la redacción periodística tradicional a la nueva prensa en
Internet. Por citar un problema más, mencionaremos la falta de un criterio
claro en el uso de los enlaces hipertextuales insertos en el texto. Es un
problema que recuerda al mito de la caja de Pandora: cuando, en mitad de la
lectura de una noticia, el lector topa con uno de estos enlaces, desconoce qué
tipo de información se desplegará en su pantalla si pulsa en él; el enlace
puede dar paso a otro artículo de la misma edición, a textos documentales del
archivo, a páginas ajenas a la publicación o, quién sabe, incluso a publicidad
indeseada. En cualquier caso, supone una incógnita para el lector que no parece
acorde con la claridad informativa que debe presidir todo producto
periodístico.
Para superar estos problemas y
ajustar la oferta informativa de los periódicos digitales a las demandas de los
usuarios de Internet urge, en definitiva, repensar los modos en que se escriben
los tipos de textos periodísticos y, en concreto, su variedad más común: las
noticias.
3. La nueva clave para la
redacción
Durante el siglo XX, la noticia
periodística se ha ajustado al patrón textual conocido como pirámide invertida.
Esta estructura discursiva se caracteriza por comenzar con un sumario del hecho
noticioso al que siguen, hasta donde el espacio lo permita, desarrollos
informativos con datos, explicaciones y citas textuales en orden de interés
decreciente. Con este formato, los datos se acumulan con facilidad puesto que
el redactor se preocupa tan sólo por incluir el máximo número de detalles,
descuidando otros valores como la ilación narrativa; en lo redaccional, esto
conlleva que se resientan a menudo las transiciones internas del texto y que
cada párrafo funcione con absoluta autonomía gramatical y de contenido. El
texto al que da lugar el formato de pirámide invertida cabría representarlo,
por tanto, como una columna de bloques inconexos dotados de información
independiente. Sin embargo, la representación gráfica tradicional presenta a
esta estructura como un triángulo para cuya parte superior se reserva la
información sustancial y la menos relevante para su vértice inferior.
Si la pirámide invertida ha sido el
patrón redaccional hegemónico entre los periodistas de todo el mundo, no es de
extrañar que la inercia profesional y la mencionada tendencia al volcado de los
textos en Internet hayan conducido a que, hoy por hoy, este formato reine también
en los periódicos digitales. Los contados ejemplos de nuevas variantes
textuales que se espigan en la prensa digital apenas si asoman de vez en cuando
en suplementos especiales alejados del día a día de la noticia.
La cuestión es si el formato
piramidal, cuyos pros y contras han sido ampliamente debatidos en el marco del
diario de papel, ofrece las mismas ventajas e inconvenientes para la escritura
de noticias en periódicos digitales. Una aproximación somera a las
características del nuevo medio sugiere que no es así. Y ello, entre otras
razones, porque trasladar sin más una estructura cerrada como la pirámide
invertida al periódico digital supone prescindir del nuevo recurso periodístico
clave: el hipertexto.
Gracias al empleo adecuado del
hipertexto como recurso redaccional, la noticia en el periódico digital puede
superar una limitación y ganar en algo de lo que carece. Puede librarse por un
lado de la redundancia y previsibilidad que acarrea la pirámide invertida —pues
con ella la noticia se configura como una sucesiva amplificación de datos, sin
lugar para la intriga—, y puede adquirir, por el contrario, el desarrollo
informativo y estructural del que en buena medida adolece en la prensa de
papel.
En virtud del hipertexto, por
ejemplo, ya no es obligatorio incorporar en el cuerpo de la noticia pasajes
documentales (por tales entendemos aquí desde una simple aclaración de unas
siglas hasta, por ejemplo, pasajes biográficos de personas mencionadas en el
texto o piezas contextualizadoras con los episodios pasados de la noticia que
se comunica). Un enlace hipertextual a terceras páginas permite ampliar,
aclarar o relacionar cualquier información, bien mediante nuevos textos o bien
mediante recursos infográficos (mapas, recreaciones virtuales...) o audiovisuales
(declaraciones, vídeos...). En definitiva, el hipertexto pone por primera vez
en manos del lector —no del periodista— la posibilidad de ampliar hasta donde
desee la contextualización documental de cada información y, al mismo tiempo,
le libera de leer pasajes documentales indeseados que ralentizan y oscurecen la
lectura.
En lo que afecta a los redactores,
la asimilación de la escritura hipertextual exige una renovación en los modos
de estructurar y escribir la información. La novedad principal que acarrea el
hipertexto es que, a la hora de redactar la noticia, el periodista debe ser
mucho más consciente de los elementos informativos que la conforman. Debe
discernir mejor entre la información de última hora y la información documental
contextualizadora; debe diferenciar entre la explicación de datos, la
descripción de lugares y el relato de acontecimientos; debe identificar con qué
soporte —textual, gráfico o sonoro— se informa mejor sobre cada uno de los
aspectos de la noticia. En definitiva, la organización hipertextual de la
información obliga al periodista a realizar un mayor esfuerzo de selección y
jerarquía de los elementos de la información, tareas radicalmente
periodísticas.
La perpetuación de formatos
textuales rígidos se muestra especialmente inapropiada ante estas nuevas
exigencias. Es el hecho noticioso el que debe configurar la estructura textual
de la noticia y no a la inversa. Con el hipertexto ya no hay lugar para los
moldes, pero sí para los modos. La desaparición de moldes textuales
preestablecidos no implica, sin embargo, la inexistencia de pautas para la
organización de la información sino —y esto es lo importante— el desarrollo de
nuevos criterios estructurales. A nuestro entender, estos nuevos modos de
estructurar la información en entornos hipertextuales bien pueden venir de la
recuperación de unos elementos menospreciados durante años por los periodistas,
los tipos básicos de escrito o modalidades básicas de enunciación. A saber: la
narración, la descripción, la exposición y la argumentación.
Los cuatro tipos básicos de escrito
se sitúan en el nivel anterior a los géneros periodísticos y actúan como
elementos compositivos de éstos. Son, para entendernos, algo así como los
ingredientes de todo texto periodístico. Un editorial, por ejemplo, puede
contener pasajes descriptivo-narrativos para relatar el hecho sobre el que se
va a argumentar, pasajes expositivos en los que se aportan datos que cimientan
las conclusiones y, por fin, pasajes explícitamente argumentativos en los que se
enjuicia algo. El género de la noticia, por su parte, es un tipo de texto
periodístico en el que, dependiendo del contenido que se comunique —desde
relatos de acontecimientos hasta simples datos—, se conjuga lo
descriptivo-narrativo con lo expositivo. Por eso, si los tipos de escrito
funcionan de hecho como unidades estructurales de sentido dentro de los géneros
periodísticos tradicionales, salta a la vista su utilidad como criterio para
descomponer estos textos en conjuntos orgánicos enlazados mediante el
hipertexto. Por seguir con la comparación anterior, el hipertexto viene a
proporcionar una modalidad de self-service periodístico: permite que cada
lector se aliñe su propio plato informativo con los ingredientes que desee y en
el orden y cantidad que le apetezca.
Parece que la práctica profesional
empieza de hecho a derivar hacia esta mudanza de paradigma. En el diario Los
Angeles Times, los redactores de la versión digital acostumbran a escribir
breves piezas textuales autónomas a propósito de una información (un resumen
del acontecimiento, un breve perfil de los protagonistas, una ampliación
documental, etc.) y a continuación las unen mediante enlaces hipertextuales,
con lo que el resultado es un conjunto orgánico con unidad temática. Se
construye un mensaje periodístico mediante la suma de piezas informativas
autónomas.
Todo esto indica, en fin, que es
posible empezar a superar la fase actual en la que los diarios digitales se
contentan de ordinario con reproducir el texto íntegro de una información
previamente publicada en el periódico de papel. Con el nuevo criterio de los
tipos básicos de escrito esa misma información podría quedar descompuesta en
varias unidades textuales e infográficas de sentido pleno, distribuidas en
diversas pantallas enlazadas en función de su contenido: por un lado, podría
aparecer una descripción del lugar del hecho (textual, gráfica o híbrida); por
otro lado, una narración escueta del evento, si lo hubiera; y, por último, una
exposición de los datos y citas textuales que ayudaran a explicar la noticia.
La añadidura de material documental y la actualización informativa constantes,
tareas cada vez más cotidianas en los periódicos digitales, quedarían de igual
modo simplificadas con esta estructura orgánica. El esquema de una noticia
conformada según estos nuevos criterios ya no cabría representarlo como una
estructura cerrada, sino como un conjunto de elementos interconectados mediante
el hipertexto y cuyas partes vendrían dictadas por el acontecimiento
informativo comunicado en cada caso. Respondería, en definitiva, a lo que en
algún medio digital hispano ya han dado en denominar células informativas.
La validez de este criterio de los
tipos básicos de escrito en la organización hipertextual de las noticias no ha
sido contrastada todavía. Desde el mundo académico, es preciso que busquemos
esquemas fácilmente asimilables y aplicables por los periodistas. La sencillez
de una pirámide invertida difícilmente puede ser suplantada todavía por
estructuras multiformes que obligan al periodista a un mayor esfuerzo de
clasificación del material informativo. No es tan fácil como parece distinguir
entre un relato, un retrato, una explicación o un discurso, y todo ello bajo la
presión del tiempo. Sin embargo, parece claro que las características
hipertextuales del nuevo medio reclaman estándares redaccionales renovados que
faciliten la descomposición de los textos periodísticos en unidades plenas de
sentido. Para este objetivo, creemos que el uso de los tipos básicos de escrito
otorga una fórmula útil para que los periodistas actualicen su profesión en el
nuevo territorio de la prensa digital.
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